viernes, 2 de noviembre de 2012

Técnicas para exponer en público


En mi anterior entrada hablaba de cómo la falta de oratoria en las aulas hace que los alumnos no estén acostumbrados a hablar en público y de cómo la mayoría de ellos desconoce las pautas generales que se deben seguir si quieren hacer una buena exposición.

Aquí detallo algunas de las técnicas que yo he aprendido con el tiempo y que me ayudan cuando tengo que “embarcarme” en alguna exposición oral:

     Conocer bien el tema del que hablamos. Antes de realizar una exposición pública, debemos controlar muy bien el tema del que vamos a hablar, es decir, debemos conocer todos los puntos que debemos tratar y si es necesario, memorizar las partes principales de nuestra exposición. También es importante conocer bien el tema porque, al final de nuestra presentación, podemos enfrentarnos a dudas o preguntas por parte de nuestra audiencia. Recomiendo no aprenderse todo el discurso de memoria no sólo porque queda forzado cuando lo damos, si no porque si se nos olvida algo nos podemos quedar en blanco y entonces será más difícil retomar nuevamente el discurso.

       No leer.  Está bien echar de vez en cuando un vistazo rápido a las notas que tenemos para situarnos, pero nunca se debe leer todo el discurso, ya que no  trata de eso una exposición oral.
Para evitar esto, recomiendo intentar no llevar a la exposición todos los folios en los que está escrito el discurso. En su lugar, debemos llevar tarjetas del tamaño de medio folio donde se encuentren escritos los puntos principales y algún resumen de los mismos. Esto facilitará pasar de un punto a otro, ya que es más fácil deslizar las tarjetas para ver la siguiente.


    Contacto visual. Debemos intentar, en la medida de lo posible, no mirar a sitios que no sean la audiencia como por ejemplo, el techo, la ventana,  el suelo, etc. Hay que mantener el contacto visual con la audiencia, intentando mirar a la mayoría de ellos, o si hay mucha gente, a sectores de la audiencia, durante un corto tiempo. Tampoco es correcto que mantengamos la mirada fija sobre una persona, pues puede resultar molesto.

Lo ideal es mirar primero a un sector del público durante un tiempo, luego pasar a otro sector del público y así sucesivamente. Es una forma de transmitir confianza y de que todos se sientan “incluidos” cuando exponemos la información.

      Lenguaje corporal. Nuestro cuerpo puede ayudar a transmitir mejor la información, por lo tanto, si queremos realizar una exposición en público, debemos mostrar una actitud amable y abierta, y nada mejor que transmitirlo a través de un buen lenguaje corporal.
Debemos evitar cruzar los brazos, meternos las manos en los bolsillos o juguetear con los papeles o el bolígrafo. Debemos utilizar nuestras manos como un soporte que acompañe a lo que vamos diciendo, por lo que debemos moverlas ligeramente siguiendo el curso de nuestra exposición.

       Si te quedas en blanco ¡Que no cunda el pánico!  Quedarse en blanco es algo que puede suceder, pero lo que no hay que hacer es ponerse nervioso y decir “emmm” “yyy” sin saber muy bien cómo seguir. Simplemente debemos hacer una breve pausa, mirar nuestras notas y seguir con el siguiente punto como si nada. De esta forma se notará mucho menos e incluso habrá gente que no se dé cuenta del lapsus.

       ¡Sonríe! Obviamente dependerá del tema que tratemos en nuestro discurso, ya que si es un tema serio o triste no es correcto sonreír mucho, pero por lo general, en las aulas no suelen tratarse temas que requieran una absoluta seriedad. Por lo tanto, cuando damos el discurso, debemos mostrarnos agradables y cercanos, y esto se consigue sonriendo al público e incluso mostrándose simpático o chistoso si el tema lo permite.

Éstas son algunas de las técnicas que yo suelo utilizar y que suelen aparecer en cualquier libro sobre cómo hablar en público. Espero que pueda servir de ayuda para alumnos o para personas que lo necesiten, aunque como ya he dicho, me encantaría que estas pautas se enseñaran durante nuestra etapa educativa.

“La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa y que le permite, sin notarlo, ir tomando buena dirección” (Enrique Tierno Galván)

sábado, 20 de octubre de 2012

Me toca exponer... ¡Qué vergüenza!


¿Quién no ha dicho alguna vez esta frase durante su etapa en el instituto o incluso en la Universidad? Yo misma la dije, ya que formé, y algunas veces sigo formando, parte de ese colectivo de alumnos que siente vergüenza y a veces hasta pavor cuando tiene que expresarse en público durante una clase.

Me atrevo a decir que si preguntásemos a distintos adolescentes españoles, la gran mayoría diría que no le gusta hablar en público y que desconoce las técnicas sobre cómo exponer correctamente delante de un grupo de personas. Esto pone de manifiesto que, precisamente, ésta es una de las grandes carencias del sistema educativo español: la falta de oratoria en las aulas.  


Desde mi propia experiencia, he comprobado que en la enseñanza obligatoria (primaria y secundaria),  los alumnos se expresan bastante poco en público, pues es escaso el número de exposiciones orales o debates públicos que tienen lugar en estas etapas, y menos aún se dedica alguna clase a prepararlos para ello. Si esta disciplina se practicara más a menudo, no sería visto por los alumnos como algo excepcional y no generaría ese nerviosismo que se siente por hacer algo que no es “lo habitual”.

 Creo que se debería prestar más atención a la oratoria durante nuestra etapa escolar, pues supone, no sólo el aprendizaje de una disciplina bastante útil para nuestro futuro tanto educativo como laboral, sino que también supone el desarrollo de una personalidad más extrovertida y alejada de muchos prejuicios como ese miedo a hacer el ridículo que todos tenemos.

La falta de oratoria en las aulas también tiene sus consecuencias, ya que, el miedo escénico que muchos alumnos tienen les impide poder aprender mucho más de lo que deberían. Este problema se hace aún más evidente en el aprendizaje de una segunda lengua. Muchos alumnos evitan expresarse y hablar en el idioma que están estudiando porque les da vergüenza  y se sienten ridículos al hablarlo delante de sus compañeros. Ese miedo hace que no aprendan bien las destrezas orales del idioma y por lo tanto, evita que mejoren en él más de lo que podrían hacer.

Si desde pequeños empezáramos a exponer y argumentar nuestras ideas en público, tal y como se lleva haciendo desde hace años en países como Estados Unidos o Francia, en la adolescencia esto se vería como algo natural y los alumnos saldrían del instituto con unas habilidades comunicativas perfectamente desarrolladas para así afrontar mejor su nueva vida laboral o universitaria.

 Para que todo esto se lleve a cabo, sería necesario que se fomentaran las exposiciones orales y los debates públicos en las aulas. Por supuesto, esto tendría que ir acompañado de la enseñanza de algunas pautas sobre técnicas y trucos a la hora de expresarse en público. Pero de esto ya trataremos en la siguiente entrada.


“Enseñar es aprender dos veces” (Joseph Joubert)

viernes, 19 de octubre de 2012

El comienzo...


Quería daros la bienvenida a mi nuevo blog educativo.  He creado este espacio para poder contaros mis reflexiones, dudas y opiniones sobre distintos temas que conciernen a la educación. Actualmente estoy estudiando el Máster de Formación del Profesorado para así aprender y poder formar parte de esta gran profesión, por lo que espero que este blog sirva para compartir con vosotros ese cambio que se experimenta al pasar de alumno a profesor.

Espero que disfrutéis con él, así que ahora… ¡COMENZAMOS!


"Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida." (Pitágoras)